Si viésemos los ojos de Dios, seguro que tendrían lágrimas por el sufrimiento que nosotros le provocamos, que nos provocamos unos a otros y de la impotencia de no poder intervenir en las decisiones humanas que provocan injusticias, pobreza, marginación, muertes... Que nosotros no lloremos por ello, no significa que Dios no lo haga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario